MA: ¿Cuál sería en su opinión el papel del psicoanálisis en nuestros días? ¿Cómo puede ayudarnos a comprender el terrible malestar político que nos envuelve a un nivel planetario? Bosnia, Torres Gemelas, África, Iraq, etcétera. Sé que es una pregunta difícil de contestar brevemente, se halla en sus libros desde "El sublime objeto de la ideología" hasta los más recientes, pero quizá podría explicarlo…
SŽ: La primera idea que yo rechazaría rotundamente es la idea de que necesitamos el psicoanálisis clásico para analizar los así llamados "fenómenos extremos". Mis amigos me dicen: "¡Oh, Dios mío, necesitamos el psicoanálisis para entender lo sucedido en Bosnia!". No, en realidad, el psicoanálisis lo necesitamos en todas partes. Mi impresión es que para entender lo sucedido en la ex Yugoslavia no son suficientes los análisis políticos pasados de moda. No me gustan esas aproximaciones espontáneas en las cuales se estigmatiza algunos países en los que por haber, por ejemplo, fenómenos terroristas, se reclama el psicoanálisis. De hecho, el psicoanálisis lo necesitamos para comprender más bien qué sucede con Europa occidental en América. Yo creo que la respuesta es muy clara: una de las principales características de la historia europea en los últimos doscientos años es, para decirlo de forma simple, lo que Adorno y Horkheimer designaron como "Dialéctica de la ilustración", es decir,
¿cómo y por qué fracasó el proyecto de liberación del hombre? Y aquí el psicoanálisis nos puede ayudar de una manera muy específica.
Podríamos describir la percepción habitual del psicoanálisis de la siguiente manera: imagine a alguien que advierte que su sexualidad está reprimida, e inmediatamente desea tener relaciones sexuales liberadoras. Sin embargo, dado que ha interiorizado las instancias del superego, las prohibiciones sociales, no puede gozar de manera libre y espontánea de sus relaciones. En consecuencia, acude al psicoanalista pensando que el psicoanálisis debería ayudarle en este punto para hacerle más libres, para que sea capaz de superar esas prohibiciones sociales y gozar del sexo, etcétera. Es ésta una manera equivocada de concebir la función de la terapia psicoanalítica, porque es justamente lo contrario,
no nos sentimos culpables porque las prohibiciones sociales nos impidan gozar, sino por todo lo contrario, por no ser capaces de seguir la ley del superego que lanza sobre nosotros el imperativo de gozar. Por muy paradójico que pueda parecer, la verdadera función del psicoanálisis, lejos de ser la de permitirnos gozar, es la de no permitirnos hacerlo. Quizá es el único gran discurso cuyo principal mensaje para el sujeto es "no debes disfrutar", el único gran discurso que te permite no gozar. En este sentido, te concede una libertad total en contra de todas esas propuestas sobre el goce. Por otra parte, el resultado de esta actitud totalmente permisiva de las sociedades occidentales es que nuestras vidas están más reguladas que nunca. Qué desesperación en la gente para conseguir gozar, no a la grasa, sí al jogging, no al acoso sexual, la vida ya no puede estar más regulada. Lacan lo expresó muy bien cuando cambió la fórmula de Dostoievsky según la cual si Dios ha muerto todo está permitido por esta otra: si Dios ha muerto, todo está prohibido. Nos encontramos ante el fundamentalismo de la liberación. Creo que el psicoanálisis es hoy más necesario que nunca.
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